UN BESO EN SAN VALENTÍN | Novela romántica. Parte 10

in #spanish5 years ago

Febrero es un mes ideal para las bodas y las fiestas gracias a la magia que aporta el día de San Valentín, pero también puede ser un mes lleno de estrés y preocupaciones. Disfruta de esta romántica historia de amor que estuvo a punto de morir por culpa de San Valentín.

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Capítulo 10.

Ethan pasó toda la tarde rodeado por el sonido incesante de las batidoras, del calor del horno y del olor de la crema batida, la frutilla y el chocolate. Ayudaba en lo que podía, colocando capacillos en la bandejas, sacando pastelillos del refrigerador para que fueran decorados o limpiando la mesa del cocinero mientras él trabajaba en otra antes de que regresara a esa para atender un postre diferente.

Salía a toda velocidad a comprar lo que hiciera falta, o atendía las constantes llamadas del cliente que no paraba de hacer exigencias adicionales. Algunos de los organizadores de la fiesta de San Valentín eran amigos de la organizadora de la despedida de soltera y la chica, avergonzada por lo que había hecho la noche anterior, luego de ir en persona a la cafetería y disculparse con él y entregarle el pago que le debía, se encargó de dar buenas recomendaciones de su servicio a sus allegados. Ethan le agradeció cada uno de los gestos, pero nada de eso lo hizo sentir bien.

El no tener aún noticias de Jessie cortaba cualquier buena noticia. Su silencio lo entristecía.

En una de sus tantas salidas en busca de algún ingrediente faltante, aprovechó que estaba cerca del edificio donde ella vivía y fue a su departamento. Estaba seguro de que pasaría gran parte de la noche terminando los preparativos para el pedido de la fiesta de San Valentín, pero tenía que verla y no dejar que llegara otro día sin pedirle perdón.

Sin embargo, fue Marie quien lo recibió. La chica, a pesar de estar molesta con él, ya que por su culpa había estado despierta toda la madrugada acompañando a su hermana que había llegado de la calle llorando, lo dejó entrar para decirle unas cuantas cosas a la cara.

—La engañaste —reclamó, apuntándolo a la cara con un dedo acusador.

—No lo hice, pero ese es un asunto que solo discutiré con Jessie —dijo con firmeza, dejando en claro que no le gustaba compartir su vida privada con otros.

—Lloró toda la noche. ¡No me dejó dormir! —exclamó enfadada.

Ethan apretó la mandíbula, ya que comprendía que la queja de la joven era más por su falta de sueño que por la tristeza de su hermana.

—Vine porque pensé que ella estaría aquí. ¿Crees que tardará?

—No sé. Podría estar con otro hombre pasando su desilusión. Ya sabes, por eso de que «un clavo saca a otro clavo» —pinchó, sonriendo satisfecha al verlo tensar el rostro y asumir un semblante enfadado.

—Jessie no es así —dijo con seguridad, haciendo que Marie sonriera con burla.

—Tú no sabes nada de mi hermana.

—Tú tampoco.

Ella afiló la mirada buscando intimidarlo.

—¿Pasas un par de meses revolcándote con Jessie y ya te crees un sabelotodo?

Ethan se molestó por esas palabras, así que decidió darse media vuelta y salir del departamento. Marie era demasiado inmadura y en ese momento él no podía manejarla.

—Dile que vine —expresó dirigiéndose a la puerta.

—¿Para qué? ¡¿Para que corra a tus brazos y caiga de nuevo en tu mentira?! —exclamó con ira, haciendo que él se detuviera para observarla desconcertado—. Ustedes los hombres son iguales. Se aprovechan de una mujer mientras la necesitan y luego la desechan cuando ya no les sirve.

—Lo que ocurre entre Jessie y yo es diferente —alegó, al entender que ella hablaba desde su perspectiva, comparando lo ocurrido entre ellos con lo que vivió con su novio Donovan.

—¿Diferente? Jessie me dijo que te has alejado de ella porque tienes miedo a una estabilidad. Que tu familia te exige tener hijos, pero tú solo piensas en tu trabajo, por eso defiendes más a tus clientes que a ella.

—¡¿De dónde sacas eso?! —preguntó ofuscado.

—¡Me lo dijo mientras lloraba! —rebatió alterada—. Tu abuela la llama insistiéndole que te convenza de tener hijos, pero tú enseguida cierras esa puerta con excusas porque no estás dispuesto a cruzarla, tu trabajo es lo primordial. Tanto, que cuando te coquetean las clientas se lo permites porque eso te asegura la fama. ¡Eres un cretino! Mereces que ella te esté engañando con Oswald.

—¿Oswald? —consultó al borde de un estallido de cólera.

No podía creer lo que Marie le contaba. Sus reclamos estaban acompañados de situaciones que solo debían ser conocidos por Jessie y por él, como el tema del empeño de su abuela porque tuviera pronto descendencia, o lo sucedido con su clienta en la cafetería y la noche anterior. Era evidente que Jessie se lo había contado mostrándole a la chica su versión distorsionada de los hechos, una opinión que no había conversado con él. Habría preferido escucharlo de su novia que oírlo en los gritos rencorosos de su cuñada.

Pero, ¿quién era Oswald? ¿Jessie también le había hablado de ese hombre? ¿Por qué Marie menciona un engaño?
¡¿Jessie lo engaña con otro?!

Aquella idea le destrozó el corazón.

—Aún no lo conozco —continuó Marie con altanería—, solo sé que es alguien de su trabajo, pero estoy segura de que él la entiende y no juega con ella como lo haces tú, ni la hace llorar toda una noche. —La chica apoyó las manos en las caderas y lo miró de pies a cabeza con soberbia al notar que había logrado lastimarlo al ver su postura crispada y el brillo afligido que irradiaban sus ojos—. Todos ustedes son iguales. Cuando se sienten saturados se van, sin importarles como dejan el corazón de la mujer que los ama —concluyó con tristeza, recordando su propio sufrimiento, el amor que la había abandonado sin una explicación convincente y olvidándose por completo de ella.

—Yo no soy así —aseguró Ethan, y apretó los puños con fuerza para controlar el sufrimiento que lo agobiaba—. Yo no me iré. No la voy a perder.

Marie lo observó con aturdimiento, sorprendida por su última afirmación, viendo como él retrocedía y se marchaba.

Quedó sola, de nuevo, en aquel apartamento tan vacío como lo estaba su existencia, sin esperanzas de que alguien llegara para acompañarla. Se abrazó a su cuerpo mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, consciente de que lo perdería todo, incluso a su hermana, luego de que soltara las intimidades que ella le había revelado y que le hizo jurar que no le contaría a nadie.

Estaba tan enfadada con los hombres en general que no dudó en escupírselo en la cara a Ethan para borrarle su semblante seguro y reclamarle por el dolor que le había hecho sentir a su hermana.

Ethan salió del departamento hecho una caldera de miedos, rabias y frustraciones. ¿Jessie lo creía tan desalmado al pensar que él se aprovechaba de ella y le daba más importancia a su empresa que a su relación?

Quiso tomar su teléfono móvil para llamarla, pero gruñó al recordar que lo había dejado en la cafetería por descuido. Así que se dirigió al trabajo de la chica.

A pesar de que ya debió haber salido de su oficina, si no había llegado a su casa podía ser porque aún se encontraba allí. En la mañana había tenido una reunión. Necesitaba ubicarla, hablar con ella, saber si eso que le había dicho Marie era cierto, que ella sentía que él no le daba el respeto que se merecía, pero sobre todas las cosas, le urgía saber del tal Oswald, si en realidad existía o era una mentira de Marie para atormentarlo.

Imaginar que Jessie lo engañaba lo llenaba de una amargura desesperante. Apretó con fuerza los puños en el volante y sus ojos se nublaron con lágrimas de ira y dolor. Se negaba a creer en eso.

Pero si fuera verdad, si por algún pequeño motivo ese hombre existiera y pretendiera quitársela, iba a luchar. No se apartaría a las primeras. La amaba y se lo haría entender de alguna manera.

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