No todo es tan malo como nos lo pintan. Este soy yo, el que cree que entre todo lo malo hay algo bueno.

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La vida nos regala amigos fugaces, compañeros que en cuestión de minutos nos muestran el verdadero significado de confianza y hospitalidad, esos que sin haberlos visto nunca antes nos hacen reír y pasar un momento agradable, y nos hablan como si nos conocieran de toda la vida. Él es Eduardo Pinilla, vende café y cigarros en una mesita al oeste de la ciudad de Maracaibo-Venezuela, algo lejos de casa, y hasta tiene un picante que si llegáis ahí con una empanada, una arepa o algo parecido, él mismo te lo presta pa' que le echéis si queréis.
Lo poco que supe de Eduardo es que nació en Barranquilla-Colombia y por cosas de la vida terminó en mi país, no supe más de su pasado ni lo que ha hecho todos estos años aquí, pero lo que si supe es que hay personas que, como Eduardo son capaces de brindarte un ratico de hospitalidad y hacerte sentir a gusto mientras estás algo lejos de tu cotidianidad.

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