La encarnación de la calamidad

in #espanol6 years ago

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Capítulo I
La presentación

 Distanciados de cualquier rastro de compañía, deambulaban en las penumbrosas calles de la ciudad en las horas en las que parece deshabitada, vacía y engullida por obscuridad, que pasaría por sus cabezas al tomar la imprudente decisión de exponer su humanidad a las fauces de la cruel bestia del infortunio; para cuando se dieron cuenta que la insaciable malicia del mundo estaba tras sus insolentes e intranquilas almas, estaban demasiado lejos de casa como para volver y seguían demasiado lejos de su destino como para correr hacia el frío penetrante de las escabrosas calles oprimía sus cuerpos mientras que los susurros del viento y los agudos chirridos de las ventanas ahorcaban sus pensamientos; encajonados en un sinfín de miedos, se vieron el uno al otro.

 Ella no quería seguir avanzando sus piernas flaqueaban a cada paso mientras perdía el aliento, y él no podía permitir mostrar su temor, como se clavaba más y más en su pecho la angustia que caía en la agonía al verla y pensar que quizás por esta vez no sea capaz de escapar de los ardid de la perversión que corrompe el mundo y sus habitantes.

 Era una de esas oscuras, frías y solitarias noches en las que te preguntas ¿a qué le debería temer más? a la abominable, irascible, sádica y perturbadora maldad que habita en el interior de cosas que alguna vez fueron humanos o lo siguen siendo cuando no están envueltos en un pastoso pantano de pensamientos destructivos clamando por el sufrimiento ajeno, sangre inocente y corrupción de todo aquello que no se les parezca.

 O podría ser peor que aquello, que va y viene con la obscuridad; fuerzas invisibles, improbables y sobrehumanas. El corazón del hombre es oprimido por la intriga de aquello que esta fuera de su capacidad de comprensión sobre todo si no está bajo su control, y las nefastas dagas dejadas en el tiempo de inverosímiles e inhumanos sucesos, que capturan la incredulidad, debido a su espectral naturaleza, sucesos que encarcelan la curiosidad y aturden tus sentidos son más impactantes incluso que cualquier criminal que sólo vague entre su humanidad y delirios demoniacos.

 A fin de cuentas siguiendo el camino que viesen más iluminado, intentaron no alejarse de ruta planeada, hasta el mínimo sonido los palidecía, el camino no se hacía más corto, ni las calles más transitadas, era como si el mundo hubiese olvidado ese lugar del planeta, lo congelara en el tiempo y lo abandera a merced de los viles deseos de cualquier criatura. El rechinante y aturdidor foco que colgaba de su cableado balanceándose como un péndulo, se podía divisar a metros y sin importar cuanto se acercaran no dejaba de ser intrigante, ese balanceo constante como el de un reloj, hacía que la chispeante luz desistiera algunas veces, entre el vaivén las sombras se alargaban y se acordaban como bailaran distorsionando la realidad.
 Perdidos de la racionalidad sus manos temblaban y sus pies titubeaban para avanzar como si esperaban que algún ser de sus pesadillas saliera de los callejones, en eso el sonido de disparos, los hizo reaccionar de vuelta a la realidad, alejando su atención de miedos a criaturas sobrenaturales, dejando el temor a seres inhumanos de las profundidades, al verse envueltos en la inmutable desfachatez humana, sin conocer el propósito de sus atacantes, si quiera antes de divisar a alguno, corrieron presas del pánico en cualquier dirección lejos delos disparos y los autos; sin darse cuenta habían perdido el rumbo.

 Adentrados a los pies de una montaña, sin conocimiento alguno de donde se encontraban, ni ningún tipo de comunicación hacia donde vieron algo de luz, una casa abandonada, sin puerta y con las ventanas rotas; en ella había un viejo caucásico, barbudo y ciego, sentado frente a una fogata que destilaba un olor a plástico y papel quemado, con su áspera voz pregunto quiénes eran, en silencio escuchó su aciago cuento y rió, señalo una de las habitaciones de la casa y presentó a la criatura que allí se encontraba como la encarnación más perturbadora y perfecta de sus pesadilla, como si la miseria de los asquerosos caprichos de inmundicia humana tomaran forma y conciencia.

  El joven se acercó a la habitación él tendría que demostrar que ya no había a que temer, que sólo eran las fantasías de un viejo senil y solitario, al asomarse atisbo algo parecido a un perro grande, de pelo largo y negro y decidió inclinarse hacia la luz un poco más, en cuanto su retina capto la embestidora imagen de una realidad que no conocía su ensordecedor y despavorido grito retumbo las paredes de la vieja y devastada casa.

  Sus piernas no lo dejaban ni avanzar, ni retroceder; estaban petrificadas como su pasmado rostro lleno de pánico, la bestia se levantó y salió de la habitación, traspasándolo como si fuese aire, no sin dejarle una terrible sensación de malestar en su cuerpo, un frío terrible y un dolor punzante en el pecho, no podía moverse o decir si quiera una palabra; era como si estuviese atado, como si algo se aferrara a él tan fuertemente como para no permitirle moverse.

 La chica que lo acompañaba estaba aterrada de haberlo escuchado gritar, cerró los ojos fuertemente y se apretó a si misma con sus temblorosos brazos; no abrió los ojos pero la criatura se hizo ver, mostrándole a su víctima la escabrosa imagen.

  Ella no tuvo tiempo de gritar cuando había sido atravesada por el aguijón de la bestia, su cuerpo empezó a ponerse morado, y sus ojos se volvieron cenizas, entonces fue poco a poco descuartizando su presa arrancando partes de ella, dejando escurrir  de su boca sangre y vísceras que luego lamia del suelo, el anciano no hacia gesto alguno como si no sucediera nada.

 El joven seguía de espalda sin poder moverse, no podía voltear por ese último devastador grito

El joven seguía de espaldas sin poderse mover, no podía voltear pero ese último devastador grito de desesperación era todo lo que necesitaba para saber que sucedía a sus espaldas, llorando profundamente su perdida, enojado por su propia incapacidad, intento voltear varias veces, quería comprobar con sus propios ojos, que ese sonido qué quebrantaba su voluntad era la bestia masticando el cuerpo de su amada.

Al terminar de devorar hasta la última hebra de cabello de su víctima, giro hacia él y estando de pie frente a él, se transformó en una persona, todo su cuerpo paso a verse idéntico al de una persona, para ser específicos una mujer de cabello negro y lacio, ojos almendras con destellos amarillos, alta y esbelta y sus facciones eran tan delicadas que hacía imposible comprender como aquella abismal monstruosidad que con solo mirarla sucumbía en el terror a cualquier hombre, se había transformado en una delicada y hermosa mujer.

La bestia le acaricio el rostro, de alguna forma esto hizo que recuperara la movilidad, miro hacia donde estaba ellas y solo sangre y tozos de ropa quedaron, se tapó la boca para no gritar, al sentir que algo se quebraba dentro de él, corrió hasta el anciano, sujetándolo de los hombros pregunto ¿Qué es esa cosa?, la respuesta que recibió fue, no tengo idea, esa cosa se transforma en la criatura que coma, y si quieres deshacerte de su terrible apetito debes darle más y más comida, esto hizo que disminuyera su curiosidad pero como evitar preguntar por algo tan irreal ¡más comida! ¿Está bromeando cierto? ¿Por qué habría de hacer algo así?

El anciano negó con la cabeza y su rostro mostró asco y dolor, que no aparecieron cuándo junto al el engullían a la chica, lo agarró del cuello de la camisa acercándolo a él, aliméntala o ira a buscar comida por su cuenta, créeme mucha terribles son los sucesos si no lo haces las consecuencias de tu decisión, no solo te quitaran tu humanidad sí que hundirán en la desgracia a todos los que amas, el chico miro horrorizado a la criatura, una cosa más anciano como me deshago de ella, el viejo rió no hay forma chico, cuando se haya saciado, tendrás que alejarte de todas las personas o empezara a matar por placer.

Esto arrastro cualquier indicio de esperanza que quedara en su joven e ingenuo corazón, en aquella desolada oscuridad, con el olor a sangre humana rodeándolo, pensó sería más fácil si muero ahora, saco de su chaqueta una navaja, al ver esto el anciano lo detuvo no lo hagas, desesperado dejo caer lágrimas de sus ojos ¿Por qué? ¿Por qué no puedo matarlo?, el anciano se puso de pie y se levantó la camisa, sobre su pecho, justo encima de su corazón, un anillo negro, en su interior una espiral que se hacía más oscura en los bordes que en el centro.

Volvió a cubrir su demacrado y pálido cuerpo, que parecía ser solo huesos y piel, con la desteñida camisa que tenía, chico la razón por la que no te comió es porque no puede, si dejas que la oscuridad entre en ti, dijo golpeando su pecho, te comerá y serás parte de esa cosa, el chico se sentía extraviado en un laberinto de paredes se extendían hasta tocar el cielo, ¿y vivir como usted es mi opción?, el anciano regreso a su asiento miro la criatura, hacia rato bestia con forma de mujer estaba sentada en una esquina en silencio, dijo tristemente, yo me equivoque y parte de mi fue devorada por esa cosa, pero tu aún puedes salvarte, y dibujo sobre su ropa la marca oscura que tenía en el pecho.

El joven abrió muchos los ojos al entenderlo, extendió el cuello de la camisa y no lograba ver nada por la falta de luz, abrió algunos botones de su camisa y lo vio claramente hay estaba, el anillo negro, pero no contenía ninguna espiral, el viejo le quito la navaja, ¿lo comprendes? Ahora tu eres su portador, si esta maldición oscurece tu corazón, tu alma será consumida, salió de la casa y miro el cielo por última vez, dijo fuertemente, no dejes que te coma o serás parte de el para siempre, se cortó la garganta y sus quejidos ahogados hasta que ya no pudo respirar, levantaron a la bestia de su descanso.

Seria mentira afirmar que era más horrible la imagen de la bestia comiéndose a la joven que la de la delicada mujer devorando al anciano, ¡qué haces, déjalo! grito desesperado, pero al recibir la mirada directa de la criatura sus piernas se congelaron, de ponto la bestia hablo, su voz aguda, penetrante, fría y llena de ira dijo de forma burlona ¿quieres? Pasaron 30 años hasta que dejo que lo comiera, extendiendo su brazo hacia él, sosteniendo entre sus delgados dedos y corazón del anciano, las náuseas del joven lo le permitían responder, la bestia se comió lentamente el corazón, haciendo escalofriantes sonidos cuando sus dientes presionaban y rasgaban el tejido, mientras lamia de sus manos y sus brazos la sangre que se escurría.

Para el joven que no podía cerrar los ojos, era demasiado intentar elegir si ver el cadáver a medio comer del anciano, con su ropa vieja y desgastada, sus ojos semi-abiertos supurantes y su quijada dislocada ó la bestia devorando pedazos de él. El chico no podía seguir viendo el cuerpo del anciano y como entre sus costillas se escurrían las vísceras, miró fijamente a la bestia intentando pensar que no es diferente de cuando un gato come un ave, esta se sintió observada y cruzo sus ojos con los de él, no seas ansioso que el día que te coma, disfrutaras de cada bocado y veras con mis ojos a cada cadáver.

El chico observo su pecho la marca no había cambiado, la bestia se acerco a el y dijo, criatura inocente haré que cada día de tu vida sea tan despreciable, que sentirás que dejar que te coma será tu salvación, río cruel mente y señalo el cadáver, justo como el me pertenecerás, ¿crees en Dios?, golpeo su barriga con la palma de su mano y continuo, él también pero al final dejo que lo comiera.

El no puedo pensar sino en su familia y sus seres queridos, lo que mas temía era que les causaran daño dijo, si, firmemente. La bestia se sentó junto a el y tiro de su pantalón para sentarlo, por eso es que no puedo comerte, el joven se sintió esperanzado y por primera vez en esa fatídica noche sintió que podría salvarse, pero las palabras de esa criatura infernal se empeñaban en arrastrarlo consigo, cada persona que devore será presenciada por ti y no podrás evitarlo, pero si quieres puedes elegir a quien me comeré.

¿Elegir, quien haría algo así?, dijo pensando en las personas más crueles que podría imaginar, en ese momento las palabras del anciano cobraban sentido, si no eliges yo lo haré, podría comerme a toda tu familia y seguiré con hambre, sin importar cuanto buñuelos de manzana se coma tu madre, dijo al esbozar una sádica y vil sonrisa llena de malicia.

Efectivamente la madre del joven acostumbra cocinar buñuelos de manzana y comerlos cada tarde, pero como; interrumpiendo sus pensamientos la bestia hedionda a sangre dijo con sus pestilente aliento a su oído, mientras dibujaba sobre su camisa la marca, ¿cómo le se? Fácil ya devore parte de ti, estas palabras alteraron el orden de sus pensamientos, en ese instante la idea de que era imposible elegir se desvaneció y en su lugar se formó una lista de homicidas, violadores, ladrones y embaucadores que según su criterio merecían ser devorados.

Pero como un hombre puede condenar a otro, como encuentra la voluntad para enjuiciar, la moral para culpar o si quiera el poder para decidir sobre la vida de alguien, la oscuridad atormentaba su corazón mientras que el miedo de ver a su madre siendo descuartizada entre los dientes de esa vil criatura oprimían su corazón, la bestia tomo entre sus brazos al joven y lo levanto con una evidente fuerza inhumana, que hermoso ver como algunas palabras consumen tu alma, ¿en serio prefieres que yo escoja mi comida?